Magokoro, La carta del padre de Haru
La vida de Osamu, maestro calígrafo, transcurrió escribiendo cartas de otros. Él sólo escribió una carta personal: para su hija Haru. Una carta que ella guardó sin abrir. No necesitaba leerla. Él no la escribió porque ella la leyera.
“Sé que no leerás esta carta. Con la misma certeza sé que es importante que la recibas.”.
Un magnífico ejercicio de transmisión del mayor de los sentimientos: el amor.
Magokoro significa dar con sinceridad , sin intencion ni interés. Dar de todo corazón.
Magokoro es la única carta que Haru recibe de su padre. Una carta que va a cambiarte la vida.
Ser Haru es aceptar y respetar. Ser Haru es aprender de los errores y mejorar. Ser Haru es ilusión. Pura vida. Su padre tiene dudas razonables. No sabe si la educó lo bastante bien. ¿Enviarla lejos de casa era la mejor opción? Siempre llega el momento de hacer balance. Es inevitable. Calígrafo de profesión, el padre de Haru era igual de recto que su escritura. ¿Era necesario? Se arrepiente de haber sido tan severo. De reírse tan poco. Como reconoce él mismo, cada parada es un cambio. De ritmo, de objetivo, de rumbo. También deja negro sobre blanco que Haru era una niña impaciente. Viva. Con muchas ganas de descubrir. Con pocas ganas de que le lleven la contraria. Como toda la obra de Flavia Company, Magokoro está escrito desde el corazón ( Kokoro – significa corazón en japonés). Es poesía pura. Un libro para leer y releer. Para tenerlo en la mesita de noche. Para acabar aprendiéndotelo de memoria. No hay ni una palabra demás. Ni una de menos. Hay que intentar vivir cada hora como si fuera la última. Sin reservas. Con una sonrisa en los labios. Saber apreciar las pequeñas cosas de la vida y hacer bandera. No hagas daño a nadie. Ama. Es la única salida. La vida es muerte. La muerte es vida. Sencillo y complicado a la vez.