La casa de las amapolas
Mayo 1994
Una joven acaba de ser enterrada bajo una hermosa higuera. Vestida de blanco, ha quedado bajo la tierra para siempre.
Zaragoza 2019
Elisa acaba de perder a su marido Dani en un accidente de tráfico. Al dolor de la pérdida se suma las dificultades económicas que sufre desde entonces. Ella se mata a trabajar, pero apenas le llega para pagar el alquiler y el mantenimiento de ella y de su hija, Maya.
Elisa decide abandonar el piso y marcharse a casa de su suegra, Flora. La llegada de ambas a la casa de las amapolas supone para Flora un golpe muy brusco con el pasado: Maya se parece a la joven Aurora en los rasgos. Una niña altamente sensible, rubia y muy pálida, siempre vestida de blanco, casi fantasmal, solitaria, a la que nadie comprendía y que solo consiguió una amiga, Blanca.
Flora es una mujer madura, que se retiró hace veinte años de todo lo que había sido su acomodada y lujosa vida para residir en la casa de las amapolas. La desaparición de su hija Aurora le hizo cambiar de vida y dejar todo atrás.
Elisa encuentra trabajo en un hotel de Albarracín y las dos se quedan en la casa. Allí Maya conoce a Yago, un hombre fuerte, de unos cincuenta años, que aparece por el jardín y que ayuda a Flora. Yago produce una sensación extraña y le produce miedo a Maya, pero su abuela siempre le defiende.
Maya va adaptándose a la vida en el campo y sobre todo comienza a entender a su abuela y a las dos mujeres que viven con ella: Silvia, una mujer mayor que trabaja con flores secas. y Olga, que apenas lleva año y medio en la casa tras quedarse rota al perder a la niña que iba a tener, poco antes del parto.
Todo cambia cuando sin esperarlo, Flora sufre un ictus y muere. Todas se quedan desoladas, especialmente Maya quien había conseguido acercarse emocionalmente a su abuela. Maya encuentra escondido en la buhardilla un viejo móvil que suena sin parar y sólo tiene un número en su agenda. Cuando Maya lo coge una voz de mujer que le pregunta por qué no lo había llamado antes. Nadie sabe quién es, pero días después todas se quedan sorprendidas cuando entra en la casa Aurora. Han pasado veinte años y tiene el pelo blanco, aunque conserva su blancura espectral. Ha venido con Yago y les cuenta que durante estos años ha vivido con él en la Casa de las Sabinas, perdida en el monte. Les confiesa que fue ella quien mató sin querer a Blanca al tirarle una piedra cabreada por un comentario malicioso de su amiga y que su madre para protegerla la enterró debajo de la higuera. Desde entonces, Aurora ha vivido con remordimiento y ahora quiere entregarse a la policía y cumplir la pena que le corresponde.
Pero nada es lo que parece. Las vidas de Elisa, Maya, Aurora, Olga y Silvia solo acaban de complicarse bajo el techo de La casa de las amapolas.